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Pensamiento en forma de árbol: ¿Una clave para comprender las AACC?
El “pensamiento en forma de árbol” suele describirse como una característica distintiva de las personas con Altas Capacidades (AACC) dentro del discurso público francés. Según este concepto, las ideas se desarrollan simultáneamente, de manera rica y ramificada. Popularizada en Francia en la década de 2000, esta metáfora resulta atractiva por su poder explicativo. Pero ¿qué revela realmente la investigación científica sobre esta noción?
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Claire de Vía Atípica (Voie Atypique) 🐙
10/29/20256 min leer


La expresión “pensamiento en forma de árbol” fue popularizada en Francia por la psicóloga clínica Jeanne Siaud-Facchin, especialmente en su libro ¿Demasiado inteligente para ser feliz? (Trop intelligent pour être heureux?, Odile Jacob, 2008). Ella describe una forma de pensamiento supuestamente típica de las personas con altas capacidades intelectuales (AACC), en la que las ideas se ramifican en múltiples direcciones, saltando de una a otra como las ramas de un árbol. Este proceso de pensamiento abundante y asociativo se considera tan creativo que resulta difícil de estructurar, en contraste con un pensamiento más lineal y secuencial, atribuido a las personas no dotadas.
Esta metáfora puede reflejar la experiencia vivida de algunas personas con altas capacidades. Pero, más allá de la imagen, ¿qué nos dicen los datos científicos actuales?
Lo que dice la ciencia
Hasta la fecha, ningún estudio publicado en una revista revisada por pares —ya sea en psicología cognitiva o en neurociencias— ha validado la existencia de un patrón específico de “pensamiento en forma de árbol”, ni entre personas con altas capacidades ni entre la población general.
Por lo tanto, el “pensamiento en forma de árbol” parece ser una metáfora descriptiva, potencialmente útil en el diálogo terapéutico, pero no un concepto operacional medible mediante investigación científica.
El conocimiento actual sobre las altas capacidades intelectuales se basa en herramientas estandarizadas (como el WISC-V o el WAIS-IV) y revela una gran variabilidad en los perfiles cognitivos. Las diferencias observadas entre personas con y sin altas capacidades son de naturaleza estadística; no sustentan la idea de un funcionamiento cognitivo cualitativamente distinto (Ramus, 2018).
Un neuromito ampliamente reconocido
Un neuromito se refiere a una creencia errónea sobre el funcionamiento del cerebro, que a menudo surge de una mala interpretación o de una generalización excesiva de datos científicos.
El concepto de “pensamiento en forma de árbol” encaja perfectamente en esta definición: se ha difundido ampliamente entre el público general sin validación empírica y moldea ciertas representaciones sociales sobre las altas capacidades.
Esto no significa que las personas que se identifican con esta idea estén equivocadas respecto a su experiencia subjetiva. Sus sensaciones son reales, y es totalmente legítimo intentar dar sentido a su funcionamiento cognitivo. Sin embargo, la investigación científica exige distinguir entre la experiencia subjetiva y las observaciones empíricamente validadas.
¿Por qué es tan popular el concepto en Francia?
Muchas personas con altas capacidades reportan procesos de pensamiento rápidos y abundantes. La metáfora del “pensamiento en forma de árbol” ofrece una explicación intuitiva para esta experiencia. Sin embargo, dicha identificación puede verse influenciada por un sesgo de confirmación: adoptar una idea porque resuena personalmente, sin verificar su validez.
Además, la simplicidad y la imagen del “pensamiento en forma de árbol” pueden reforzar su atractivo mediante un sesgo de fluidez cognitiva (también conocido como efecto de verdad ilusoria): cuanto más fácil es procesar o recordar una idea, más tendemos a considerarla verdadera, plausible o familiar, independientemente de las pruebas que la respalden.
Asimismo, quienes buscan una evaluación clínica por altas capacidades suelen hacerlo debido a dificultades o malestar psicológico. Esto puede generar un sesgo de muestreo: generalizar observaciones de un subgrupo no representativo a toda la población con altas capacidades, reforzando así ciertos estereotipos.
Un concepto culturalmente situado
El concepto de “pensamiento en forma de árbol” es exclusivamente francés. No aparece en la literatura científica internacional sobre giftedness. Los investigadores prefieren utilizar nociones más operativas, como el pensamiento divergente y el pensamiento convergente, introducidos por Joy Paul Guilford en la década de 1950:
El pensamiento divergente se refiere a la generación de múltiples ideas a partir de una situación dada (por ejemplo, lluvia de ideas).
El pensamiento convergente busca identificar la solución más pertinente a un problema.
Estos dos procesos cognitivos no son opuestos; coexisten en todos nosotros y se activan según la tarea, el contexto o las habilidades requeridas. La creatividad, por ejemplo, suele implicar una alternancia fluida entre pensamiento divergente y convergente (Runco, 2008).
El metaanálisis de Kim (2008) muestra incluso una correlación modesta pero significativa entre inteligencia y pensamiento divergente. Sin embargo, esta relación sigue siendo estadística y no demuestra un modo de funcionamiento cognitivo cualitativamente distinto.
Si el “pensamiento en forma de árbol” es un neuromito, ¿qué sabemos realmente de los perfiles de altas capacidades?
Las altas capacidades suelen definirse por un coeficiente intelectual (CI) total superior a 130, lo que corresponde estadísticamente a aproximadamente el 2,28 % de la población. Estas personas presentan una eficiencia intelectual superior a la media, con habilidades avanzadas de razonamiento y aprendizaje. Sin embargo, estas características por sí solas no bastan para identificar las altas capacidades: solo una prueba de inteligencia estandarizada puede proporcionar una evaluación fiable (Grégoire, 2023).
Jacques Grégoire recuerda que el umbral de 130 es una convención estadística, no un límite clínico.
Franck Ramus (2018) respalda esta idea, señalando que las diferencias observadas son principalmente cuantitativas —como una mayor activación en ciertas regiones cerebrales, una conectividad interhemisférica más desarrollada o un volumen cerebral ligeramente superior— sin implicar un funcionamiento cualitativamente distinto.
Además, las altas capacidades no constituyen una categoría uniforme. Algunas personas muestran perfiles homogéneos (equilibrados entre dominios cognitivos), mientras que otras presentan perfiles heterogéneos (fortalezas y debilidades contrastadas), evaluadas mediante índices de pruebas como el WISC o el WAIS (comprensión verbal, razonamiento perceptivo, memoria de trabajo, velocidad de procesamiento).
Sin “pensamiento en forma de árbol”, ¿qué lugar ocupa la creatividad en las altas capacidades?
La creatividad puede definirse como la capacidad de producir algo nuevo y original que también cumpla con las restricciones de una situación o problema dado (Besançon & Lubart, 2015).
Los estudios sobre la relación entre inteligencia y creatividad arrojan resultados variables, pero emerge un consenso general: existe una correlación positiva, aunque pequeña, entre eficiencia intelectual y creatividad. Sin embargo, algunos estudios sugieren que, más allá de un CI de aproximadamente 120, esta correlación tiende a estabilizarse o desaparecer.
En otras palabras, la inteligencia es una condición necesaria, pero no suficiente, para la creatividad.
Además, esta tendencia estadística no excluye una variación individual significativa entre las personas con altas capacidades. Estas diferencias pueden deberse a factores distintos del CI, como las estrategias de resolución de problemas, los conocimientos específicos o la motivación.
Pensamientos abundantes que a veces se asemejan a manifestaciones del TDAH
Un flujo constante de pensamientos difícil de regular, descrito a veces como “pensamiento en forma de árbol”, puede reflejar una distracción aumentada o una sobrecarga cognitiva. Estas manifestaciones se superponen con algunos criterios diagnósticos del Trastorno por Déficit de Atención con o sin Hiperactividad (TDAH), tal como se define en el DSM-5 y la CIE-11.
Por lo tanto, un diagnóstico diferencial cuidadoso es esencial para evitar confundir una metáfora descriptiva con un posible trastorno del neurodesarrollo subyacente.
El estudio de Minahim y Rohde (2015) examinó específicamente los síntomas del TDAH en niños y adultos con altas capacidades. Entre los adultos con altas capacidades, el 37,8 % dio positivo en la detección de TDAH frente al 13,4 % del grupo control. En los niños, la tasa fue del 15,38 % frente al 7,69 % del grupo control. Los autores concluyeron que los síntomas del TDAH son significativamente más prevalentes entre las personas con altas capacidades.
Conclusión
La noción de “pensamiento en forma de árbol” no es un concepto científico reconocido y constituye un neuromito sobre las altas capacidades. Puede ayudar a expresar una experiencia subjetiva, pero no refleja una arquitectura cognitiva distinta.
Esta observación no pretende negar las dificultades o singularidades de las personas con altas capacidades, sino fomentar una comprensión matizada y basada en la evidencia, distinguiendo la experiencia personal de los datos medibles. Comprender mejor cómo funcionan los procesos de pensamiento permite apoyar de manera más efectiva el desarrollo cognitivo y personal de cada individuo.
References:
American Psychiatric Association. (2013). Diagnostic and statistical manual of mental disorders (5e ed.). https://doi.org/10.1176/appi.books.9780890425596
Besançon, M. & Lubart, T. (2015). La créativité de l'enfant. Evaluation et développement. Paris : Mardaga
Clobert, N. & Gauvrit, N. (2021). Psychologie du haut potentiel : comprendre, identifier, accompagner. De Boeck Supérieur.
Dolidon, M. (2024). HPI : L'intelligence n'est pas une maladie. Tom Pousse.
Grégoire, J. (2023). Evaluer l'intelligence. De Boeck Supérieur.
Kim, K. H. (2008). Meta-Analyses of the Relationship of Creative Achievement to Both IQ and Divergent Thinking Test Scores. The Journal of Creative Behaviour, 42(2), 106–130.
Minahim, D., & Rohde, L. A. (2015). Attention deficit hyperactivity disorder and intellectual giftedness: A study of symptom frequency and minor physical anomalies. Brazilian Journal of Psychiatry, 37(4). https://doi.org/10.1590/1516-4446-2014-1489
Organisation mondiale de la santé (2022). Classification international des maladies (11e révision) : Chapitre sur les troubles neurodéveloppementaux. Genève : Organisation mondiale de la Santé.
Ramus, F. (2018). Les surdoués ont-ils un cerveau qualitativement différent? A.N.A.E., 30(154), 281‑287.
Rebecchi, K. (2022). La neurodiversité. L'Harmattan.
Runco, M. A. (2008). Reasoning and Personal Creativity. In J.C Kaufman & J. Baer (Eds.). Creativity and Reason in Cognitive Development (pp. 99-106). New York: Cambridge University Press.
